sábado, 9 de junio de 2007

Como ser buen Cristiano. Regla 6

Sentirnos miembros vivos de la Iglesia de Jesucristo, buscar en ella la presencia del Señor, asumir la parte que nos corresponde en su continua renovación, en sus necesidades materiales y en su inacabable acción apostólica

6 comentarios:

Peregrino dijo...

Para reflexionar mejor sobre esta sentencia, he procedido a desmenuzarla en apartados, de manera que podamos estudiar o pensar acerca de cada uno de ellos, sin que se nos escape ninguna de sus ideas. El esquema propuesto, entonces, es el siguiente:
1.- Sentirnos miembros vivos de la Iglesia de Jesucristo
2.- Buscar en ella la presencia del Señor
3.- Asumir la parte que nos corresponde en:
3.1.- Su continua renovación
3.2.- En sus necesidades materiales
3.3.- En su inacabable acción apostólica
1.- Sentirnos miembros vivos de la Iglesia de Jesucristo
1.1.- Somos miembros de la Iglesia de Jesucristo:
Todos somos Iglesia, pero la Iglesia es también una institución a la que pertenecemos, de la que somos miembros. Necesitamos conocer sus orígenes, fines, tareas, responsabilidades, deberes y derechos. Esto es aplicable a cada uno de nosotros, como individuos, así como a la institución. Necesitamos conocernos a nosotros mismos primero y a nuestros hermanos con el fin de ser Iglesia. Necesitamos conocer a Jesús para conocer su Iglesia. Pertenecemos de manera voluntaria, nadie nos fuerza a ello. La Iglesia, como cualquier comunidad, tiene unas reglas, que sus miembros han de seguir y respetar. Si queremos que la institución, la comunidad funcione no podemos poner cada uno de nosotros las reglas o interpretarlas individualmente. En nuestra libertad está el decidir pertenecer o no a ella. Si nos llamamos cristianos, católicos, es porque hemos decidido libremente aceptar unas reglas, unos deberes, que entendemos son los mejores para conseguir el fin último de nuestro paso por este mundo: seguir a Cristo, ser miembros de su Iglesia.
1.2.- Somos miembros vivos
Vivo en este mundo. Un ser vivo nace, se desarrolla, y según nuestra fe, nunca morirá. Sólo muere aquello que se olvida. Los miembros de la Iglesia permanecen vivos en nuestro recuerdo, como permanecen nuestros seres más queridos y allegados cuando dejan este mundo.
Yo añadiría al adjetivo vivo la exigencia de ser activo. Jesús encargó a sus discípulos que difundiesen su Palabra. Su actividad está recogida en el Evangelio. Jesús nos exige que seamos parte activa de su Iglesia
1.3.- Debemos sentirlo así
En lo más hondo de nuestro ser. No vale con afirmaciones superficiales. No vale con declaraciones más o menos valientes. Debe ser un sentimiento convencido, profundo, voluntarista. Quiero ser miembro de esto. Porque creo en Jesús. Porque he sido invitado a formar parte de este “club”, quizá el más caro y más difícil de entrar del mundo.
2.- Buscar en ella la presencia del Señor
No puedo encontrar a Jesús yo solo. Necesito la ayuda de mis hermanos. Necesito la ayuda de mi familia, primero de mis padres, luego de mi mujer y de mis hijos. Necesito la ayuda de mis amigos, necesito la ayuda de mis enemigos, de la gente que no conozco, pero que forman parte de mi Iglesia. Incluso de los que no pertenecen a ella. Necesito la ayuda de los necesitados, porque en ellos me han dicho que está el Señor.
3.- Asumir la parte que nos corresponde en:
(Es importante que nos sintamos miembros vivos de la Iglesia. Ello nos lleva a asumir una serie de responsabilidades, cada uno de nosotros en función de los talentos que se nos hayan entregado). En concreto
3.1.- Su continua renovación
La Iglesia es la comunidad, la organización más antigua de la Historia. Fue fundada por Jesús, por su Palabra y por su obra. Evidentemente, las circunstancias en las que se fundó poco tienen que ver con nuestros días. Es nuestra responsabilidad contribuir a la renovación del mensaje de Jesús, a su interpretación en la vida del siglo XXI. Para ello es imprescindible conocerlo en detalle. Los principios son inmutables y su mensaje principal completamente actual. No caduca. Pero sí que es importante saber aplicarlo a nuestra realidad.
Asimismo, debemos contribuir a la renovación del grupo, de la comunidad, a defenderla tanto de las tentaciones de inmovilismo como de los falsos progresistas. Todo ello basado en un conocimiento lo más profundo de la Palabra, y en evitar la falsa percepción de “yo no puedo hacer nada, eso es responsabilidad de la Jerarquía”.
3.2.- En sus necesidades materiales
Como toda comunidad, como toda organización, la Iglesia necesita de medios materiales para desarrollar su labor. Excluyo del debate en este punto los posibles abusos cometidos, fundamentalmente en el pasado. A través de la Iglesia se atiende a los más necesitados (Caritas, Misiones). La Iglesia tiene la responsabilidad de educar, de formar a sus miembros. La Iglesia tiene necesidades materiales para dar servicio a las asambleas más pequeñas de la Iglesia, las parroquias. Nosotros en Montecarmelo sabemos de esto. Queremos construir un edifico donde nos reunamos para celebrar la Eucaristía, y eso cuesta dinero. La Iglesia cuenta con sacerdotes, religiosos y religiosas que deben poder atender a sus necesidades, y deben contar con medios para realizar su labor. No hablamos sólo de donativos económicos. También existe el compromiso personal, la contribución de nuestro tiempo y esfuerzo a hacer Iglesia.
3.3.- En su inacabable acción apostólica
Siguiendo el ejemplo de los discípulos de Cristo, tenemos la obligación de dar a conocer la Buena nueva, la palabra de Jesús y su Resurrección a todo el mundo. Podemos pensar en lugares remotos, pero probablemente sea más sencillo y necesario en nuestro entorno. Nos encontramos con un laicismo galopante, con cada vez más enemigos de nuestra religión. Es necesario ser valiente y dar testimonio como se hizo desde el principio. Formamos parte de una Iglesia creada por una persona, a la que seguían 12 discípulos en un mundo tan hostil que incluso llevó a la crucifixión a su fundador. Hoy las circunstancias no pueden ser tan difíciles y contamos con medios muchísimo más potentes que entonces. Además de la Palabra , contamos con nuestras obras. En ellas se deben de ver los demás, insisto, empezando por aquellos que tenemos más cerca, cómo no por los más influenciables –nuestros hijos-, nuestros amigos, nuestros compañeros de trabajo, nuestros clientes, proveedores, etc. Jesús nunca impuso su palabra. Con sus actos convencía, y gracias a ello, la gente le seguía.

juan mari dijo...

Resulta más fácil hablar del significado de la Iglesia que de mi vivencia de la Iglesia, que significa para mí una comunidad de creyentes, sentirme hermano de tantos desconocidos y, en el fondo, muy lejanos. Probablemente esta vivencia de Iglesia tiene que ver con la eucaristía, la capacidad de partir el pan con otros.
Sentirse miembro de la Iglesia significa conocer las propias raices, sentirse solidarios con una historia. Tendríamos que reflexionar sobre tantos compañeros nuestros que dicen seguir a Cristo pero no aceptan su Iglesia. ¿Qué significa esto? De hecho, ¿No lo hacemos también nosotros con frecuencia aunque nunca lo admitiríamos?
Este tema exige muchos encuentros

Nacho dijo...

La Iglesia es la heredera de Jesús, el Cuerpo Místico de Cristo, la continuadora de su labor, de su enseñanza, de su ejemplo: la vía por la cual alcanzaremos la Salvación.
Iglesia, pues, no es jerarquía ni organización, es Vida y Comunión.
Sentirnos miembros vivos de la Iglesia es cumplir una nueva vida más allá de la material; es preparar la Vida Nueva que nos espera, la verdadera vida.
Debemos trascender nuestras limitaciones, convertirnos a esta nueva vida que Jesús nos enseñó y que la Iglesia nos hace presente. La tarea será de conversión, apostolado y amor: ahí sentiremos la presencia del Señor y contribuiremos a su renovación, a sus necesidades y a su labor apostólica. Como no podía ser de otra manera, ya que nosotros somos Iglesia, a nuestra renovación, a nuestra conversión diaria, a nuestra labor apostólica continua.

Un abrazo

Nacho

Ignacio B dijo...

Una breve reflexión, casi al margen. Quién decide si alguien pertence a la Iglesia? Es un problema de conciencia individual, o existen certificados de pertenencia? Aquí podemos pensar en la comentada cuestión de ser "católico a la carta". Supongo que, en cierta medida, todos lo somos (al menos, yo mismo).

Otra reflexión, no tan al margen. Esta "regla 6" viene a decirnos que se es cristiano formando parte de una comunidad de cristianos. En nuestro caso, llamamos Iglesia a esta comunidad (aunque puede haber otras, creo). No se es cristiano plenamente siéndolo tan solo en nuestra propia intimidad, sino conviviendo en sentido amplio en comunidad.

Nacho dijo...

El comentario de Ignacio me produce una cierta sensación de "déjà vu", llevándome al catecismo que estudiábamos en el colegio (Ripalda, Astete, Pío X...) que comenzaba con el clásico "¿Sois cristiano?", y continuaba con la respuesta no menos clásica: "Sí, soy cristiano por la gracia de Dios"...,y afirmo yo: por la gracia de Dios, por el Amor que Dios nos tiene...por su única voluntad.

Un abrazo

Nacho

Ignacio B dijo...

Me alegro de que mis comentarios (mediocres como mucho) te ayuden a recordar tiempos pasados, Nacho.

Aunque aquí tendríamos que reflexionar sobre el significado ligeramente distinto de ser cristiano y de ser católico (ya puntado por Juanmari) . Supongo que en ambos interviene la gracia de Dios, pero tal vez en distinta medida.